Mugardos, al abrigo del mar
Otra escapada costera interesante desde Pontedeume es a Mugardos, un pueblo histórico que no decepciona porque está abrazado por el mar, huele a mar y lleva el mar en sus señas de identidad. Mugardos desde hace siglos es el mar. La población de Mugardos está asentada en el norte de la península de Bezoucos, un enclave en el que existen restos evidentes de la ocupación romana que hubo en la zona. Era precisamente la riqueza de nuestra costa lo que interesó a los romanos que se asentaron en el litoral gallego tras serios enfrentamientos con los ártabros, el pueblo de origen celta que ocupaba la comarca.

Bajando la cuesta pronunciada nos tropezamos de repente con todo el esplendor de la Real Villa de Mugardos, una magnífica vista de la ensenada en la que está enclavada la población, adornada con los barquitos de pesca y un atractivo paseo de madera frente a las casas balconadas que miran al mar. Se aprecia una población con personalidad y una importante arquitectura costera que acentúa su carácter de pueblo marinero, con varios edificios llamativos de los siglos XIX y XX, empezando por el primero a la derecha, la Casa do Reloxio, en el que se ubica la Cofradía de Pescadores y la Oficina de Turismo, así como algún pazo y alguna casa señorial. La vista es relajante y una invitación al comienzo de un paseo sin prisas.
Podemos paladear la tranquilidad y el paisaje. Giramos a la izquierda para llegar hasta la zona del puerto en la que se han abierto pantalanes para ordenar las embarcaciones deportivas que abundan en la zona. Este lado de la ensenada es el llamado Cantón de Cora. Desde aquí, si seguimos un paseo corto de piedra y muy bien acondicionado, se llega a la playa de la Bestarruza, un paradisíaco y resguardado enclave en el que todavía se puede disfrutar del sol y el agua sin agobios. Al llegar se aprecian a la izquierda los restos de la antigua fábrica de salazón, del siglo XVIII. En el centro del pueblo podemos ver la iglesia de San Xiao (o de Arriba) y frente a nosotros se alza imponente el castillo de San Felipe, uno de los dos poderosos guardianes defensivos de la ría de Ferrol, originariamente construido en el siglo XVI y reformado en el XIX. De este lado, el otro baluarte defensivo de la ría, el castillo de la Palma, utilizado recientemente como prisión militar, en la que cumplió condena por su implicación en el 23-F el tristemente célebre teniente coronel Tejero.
Caminando de regreso encontramos la Fonte do Loureiro. Una antigua leyenda aseguraba que todo aquel que bebiera de esta fuente se casaría con una mugardesa. Después de darnos una vuelta por ese lado del paseo, por el llamado Cantón de la Marina, es obligatorio entrar en alguno de los establecimientos para paladear ese sabor del mar que acompaña a Mugardos, ya que otro de los incontables encantos de Mugardos es la gastronomía marítima. Los pescadores de la zona se dedican a la sardina para salazón, al marisco, al chipirón y al pulpo, protagonista en la cocina. El plato más codiciado es el pulpo a la mugardesa, que se hace guisado con un refrito de aceite, cebolla y pimentón dulce. Se acompaña de cachelos (patatas cocidas con piel).
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